A la vista de algunos disparates, tales como el acuerdo de la Universidad de
Stanford sobre la figura de fray JUNÍPERO SERRA, no está de más profundizar en
nuestra historia, despojada de prejuicios ideológicos y de los efectos de una
Leyenda Negra que incluso ha sido interiorizada como real por una parte
significativa de la sociedad española, fenómeno aprovechado política y
torticeramente por propios y extraños.
Un buen lenitivo frente a ello puede constituir el reciente Atlas de los
exploradores españoles, libro muy completo y riguroso editado a iniciativa
de la Sociedad Geográfica Española, que incluye semblanzas de descubridores,
exploradores y aventureros que sorprenderán a cuantos deseen bucear en la
proyección internacional de España e incluso en las aportaciones patrias a la
ciencia náutica, la cartografía, la astronomía, la botánica y otras disciplinas.
Su planteamiento es didáctico, con mapas muy ilustrativos y semblanzas de los
muchos personajes contemplados, que no agobian al lector, por su concisión y
acertada síntesis.
De seguro sorprenderá a quienes carezcan de conocimientos al respecto, pero
también apasionará a los conocedores de la materia, para los que supone un
utilísimo compendio. Y como no puede ser menos, entre los protagonistas de la
obra existe una gran cantidad de militares y marinos, anteriores, coetáneos y
posteriores a la llamada militarización de la ciencia, gestada en el
siglo XVIII.
Recomendable en tiempos de la falsa cultura propiciada por los medios
audiovisuales y las redes sociales. Quien de clase en la enseñanza superior
española sabrá de que estamos hablando, pues, por desgracia, la evidente
utilidad de la digitalización no se traduce, parece, en una elevación del nivel
cultural, ni siquiera o, sobre todo, en quienes estarían llamados a ejercer un
papel rector en el futuro, de tal suerte que la manipulación, los productos
intelectuales de ínfima factura o la demagogia más ramplona obtienen fácil
asiento. Desde luego hablamos en términos muy generales y con el convencimiento
esperanzado de que todavía existe masa crítica de lo contrario.
La cultura de Defensa, cuya promoción consagra el artículo 31 de la Ley
Orgánica de Defensa Nacional, debiera procurarse fuera lo más ajena posible a
ese espíritu del tiempo, tan poco favorable, por degradado, al rigor y la
fiabilidad. Confiemos en la existencia, reiteramos, de anticuerpos. Están en
juego cuestiones muy relevantes.
Post scriptum. El 28 de julio nos dejaba, a los 99 años, en su ciudad
natal, Pontevedra, AMANCIO LANDÍN CARRASCO, coronel auditor de la Armada,
secretario y vocal del antiguo Tribunal de Defensa de la Competencia y autor de
numerosas obras jurídicas e históricas. Por todas, cualquier jurídico-militar de
cierta edad recordará su conocido Manual de Derecho Penal y Procedimientos
Militares, texto oficial durante muchos años en la enseñanza militar. Una
extraordinaria persona y un gran jurista e historiador. Descanse en paz.
|