Llega el verano con anuncio de fuertes ajustes económicos que afectarán a las Fuerzas Armadas. Si se añaden a las limitaciones presupuestarias acordadas con anterioridad, puede llegarse a una situación crítica que inevitablemente afectaría a las capacidades de la fuerza. Siendo esto preocupante, también lo es la incidencia en los programas en desarrollo y en el mantenimiento del material. Esto último puede, en corto espacio de tiempo, desembocar en procesos de obsolescencia de carácter irreversible. No es la primera vez que esto ocurre, aunque quizá sea la que se produce con más intensidad en el último medio siglo. Confiemos en que, como en ocasiones similares, esa imaginación tan española, que hace "encaje de bolillos" en circunstancias adversas, suavice las cosas. Dificil con costosas operaciones en el exterior e imprescindibles procesos de renovación de material en curso.
En otro orden, resulta de interés hacer mención a la aparición en el BOE del día 23 de junio de una amplia reforma del CP común, que en algunos aspectos pudiera afectar a la acción militar (depósito de armas y explosivos, lesa humanidad y protección de personas en caso de conflicto armado, piratería), aún reservado su conocimiento, en princípio, a la jurisdicción ordinaria. Las novedades mas importantes son fruto de las sugerencias del Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario de la Cruz Roja Española, en el que papel tan relevante ostenta el General Consejero Togado RODRIGUEZ-VILLASANTE. En cuanto a la piratería, no cabe más que elogiar su regreso a la ley sustantiva penal, si bien con ciertos defectos técnicos que podrán generar problemas. No sería propio de estas lineas comentar en extenso la reforma, en cualquier caso es próxima la publicación de varios manuales que abordarán la reforma con la profundidad requerida.
Otra cuestión de interés, con connotaciones que van más allá de lo estrictamente jurídico, son ciertas derivas prácticas del nuevo Reglamento de Honores, cuyo texto reprodujimos íntegro en el número precedente. Si las nuevas Reales Ordenanzas, como no podía ser menos, invocan la tradición (Preámbulo y artículos 21 y 23), sin la que no puede entenderse la entraña de lo castrense, resulta que el nuevo Reglamento de Honores Militares también alude en su Preámbulo a "la participación de militares en actos en los que se incluyan ceremonias de carácter religioso, compaginando el respeto a tradiciones arraigadas en la sociedad con el princípio constitucional de libertad religiosa", pero luego la Disposición Adicional Cuarta lo ciñe a las honras fúnebres, con algún matiz, y a las comisiones, escoltas o piquetes para asistir a celebraciones de carácter religioso con "tradicional participación castrense", siempre con carácter voluntario.
El Reglamento, sin duda, pretende trazar una vía, mas conciliadora de lo que aparentemente parece, entre la naturaleza aconfesional del Estado y el arraigo de determinadas tradiciones en el mundo militar. Partamos de la conocida diferencia entre laicismo y laicidad. Una perspectiva exclusivamente laicista es fácil genere contradicciones e incluso agravios en términos de interpretación y aplicabilidad. Por contra, si todo se encarrila desde la laicidad, no habría problema con las líneas de actuación que hasta ahora se han seguido, con toda naturalidad y en distintas situaciones políticas. Se trataría de la cabal asunción de la vinculación de "lo militar" a la tradicion histórica, con expresión en símbolos o formalidades que pueden ser compartidos, y de hecho así ocurre, por militares religiosos y agnósticos, a pesar de su radicación en el ámbito de lo sagrado.
Cuando el intelectual católico GARCÍA MORENTE identificaba la condición militar con la de "caballero cristiano", con toda probabilidad no pretendía una asimilación confesional excluyente, mas bien se trataría de una alusión al estilo, al comportamiento, de raiz caballeresca, susceptible de ser compartida por católicos y no católicos, por creyentes y agnósticos, con una percepción de trascendencia ligada a la misión, con los matices que se quieran. No entenderlo equivale a desconocer las bases históricas de España, sin las que la institución militar queda privada de una parte sustancial de su raiz, de su espíritu. Por eso resulta muy oportuno el artículo que publicamos del abogado y Magistrado en excedencia SANTIAGO MILANS, cuyas atinadas aportaciones son bien conocidas de nuestros lectores.
|